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7 de julio de 2016

Ajicero Oriental

El recuerdo del ajicero se remonta a mi niñez. No existe la imagen de un buen sancocho que no estuviera acompañado de uno. Ajiceros hay muchos, de hecho hasta dentro de una misma familia hay varias maneras de prepararlos. En esta ocasión me ocupa el ajicero de mi casa, ese de no muchos ingredientes. De ese que sin ningún tipo de conservantes, ni siquiera vinagre se mantiene con su curado natural. Hace poco en la carretera a oriente me topé con un ajicero que me hizo retroceder en el tiempo. Todos aquellos colores dentro de una botella.
Recuerdo que preparábamos la versión carterita, que no era otra cosa que un ajicero en botellas de ron del tipo que se llevan en el bolsillo.
Después de poner en el frasco o botella cebolla  en juliana, ajo pelado, ají dulce, pimiento en juliana y por supuesto ají picante, chirel; pipe'e mono; amarillo, cualquier ají picante que consiguiéramos en el mercado. Una vez dentro de la botella se le agregaba agua hirviendo, con sal y azúcar o papelón rayado, una ramita de orégano y se tapaba. 
Después de un mes estaba listo para ser consumido.

Por cierto, el ajicero que compré en la carretera a oriente lo destapé después de un año.